Reflejando la luz de Cristo esta Navidad

Navidad y la luz de Cristo


"Oh, Amanecer Radiante,

esplendor de la luz eterna, sol de justicia:
ven y resplandece sobre los que habitan en las tinieblas y en la sombra de la muerte."
- Oh Antífona de Adviento
Experimentaremos la noche más larga del año en pocos días - el 21 de diciembre, el solsticio de invierno. Para los antiguos que adoraban al sol, era el momento de marcar el final de los largos días de oscuridad y dar gracias a su deidad solar por el retorno de la luz y el calor de los que dependían sus vidas.
La ciencia nos enseñó hace mucho tiempo cómo entender el cambio de las estaciones. Pero la sombra de la oscuridad todavía se cierne sobre la humanidad de diferentes maneras. A veces podemos estar atrapados en la oscuridad del prejuicio, la codicia, la envidia, la amargura y el odio. Podemos sentirnos incapaces de recibir la misericordia de Dios y ofrecerla a los demás. Podemos fallar en reconocer la dignidad humana de cada persona dada por Dios.

Tiempo de Adviento

Pero, durante el tiempo de Adviento, oramos con expectativa y esperanza por la venida de Cristo, que quita todo temor y oscuridad. Y, en Navidad, decoramos nuestras casas con luces y hojas perennes para celebrar su venida al mundo como la Luz siempre viva que calienta nuestros corazones y puede transformar nuestras vidas.
Jesús disipa las tinieblas y nos llama también a ser luces de amor y misericordia que brillan en el mundo.
Reflejamos la luz de Cristo cuando rechazamos la violencia en todas sus formas: terrorismo, guerra, aborto, eutanasia y otras violaciones de los derechos humanos. Toda vida humana es sagrada porque ha sido creada a imagen y semejanza de Dios y debe ser tratada con respeto.
Reflejamos la luz de Cristo cuando actuamos misericordiosamente hacia los demás. En este Año de la Misericordia, se nos anima especialmente a practicar las obras de misericordia corporales y espirituales, tales como ofrecer atención a los pobres y vulnerables, perdonar las heridas, consolar a los afligidos y tender la mano a los más necesitados del amor y la compasión de Dios.
Esto incluye la acogida de refugiados e inmigrantes que abandonan situaciones desesperadas en busca de paz y de una vida mejor para sus familias.
Reflejamos la luz de Cristo cuando actuamos como pacificadores y fomentamos el respeto entre todas las personas: amigos y familiares, compañeros de trabajo, personas de otras religiones. Como dijo recientemente el Papa Francisco: "Debemos estar siempre alegres, y con nuestra bondad ofrecer a todos el testimonio de la cercanía y el cuidado que Dios tiene para con todos".
Os deseo a vosotros y a vuestras familias una Navidad bendita llena de alegría, paz y luz de Cristo que expulsa las tinieblas con amor y misericordia divinos.
Donald J. Kettler
Obispo de St. Cloud

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